En una industria acostumbrada a barajar cartas cuando el resto del mundo se va a dormir, un tuit encendió la discusión. A comienzos de noviembre de 2025, el high roller y campeón del World Series of Poker (WSOP) Seth Davies escribió en X que “la industria necesita un cambio de paradigma en los horarios de inicio de los torneos” y propuso arrancar a las 10:00 a.m. en lugar del clásico mediodía o 1 p.m., para evitar terminar de madrugada y dejar la noche libre a quienes bustean temprano.
¿Quiénes están empujando el cambio?
La iniciativa no viene de jugadores anónimos, sino de nombres con peso específico en la escena internacional:
- Seth Davies, ganador de brazalete en la WSOP 2025 y uno de los high rollers más respetados, fue quien encendió la mecha al pedir formalmente empezar a las 10:00 a.m. y acortar las maratonianas jornadas actuales.
- El embajador de PokerStars Jason Koon apoyó de inmediato la propuesta, subrayando que arrancar y terminar antes “es mejor para todos, incluso para el staff”, y advirtiendo que las jornadas que se extienden hasta las 3 a.m. “destrozan el sueño y son terribles para la salud”.
- Desde el otro lado, el jugador y comentarista Albert “Zero_Votes” Destrade respondió con ironía, rechazando mezclar póker y “objetivos de salud” y defendiendo el perfil noctámbulo del juego.
- El mítico Phil Hellmuth, máximo ganador de brazaletes en la historia de la WSOP, se alineó con Davies: según declaró a PokerOrg, le encantan los inicios a las 10 de la mañana, siempre que los reinicios de día 2 se mantengan sobre el mediodía o la 1 p.m.
- El campeón del Main Event de la WSOP 2014 Martin Jacobson fue más radical: sugirió días 1 desde las 9:00 a.m. hasta las 7:00 p.m., con reanudaciones a las 10:00 a.m.; para Davies, ese sería el “horario soñado”.
- El seis veces ganador de brazalete Jeremy Ausmus se mostró a favor de adelantar un poco, pero advirtió que un comienzo a las 10:00 a.m. “podría espantar a algunos”, proponiendo 11:00 a.m. como punto medio.
- Doug Polk simplemente respondió “100%” a la idea en redes, posicionándose del lado de los madrugadores.
- Otros nombres como David Peters, Hayley Hanna, Andrew Moreno, Phil Galfond y Dan Shak aportaron matices: apoyan jornadas más cortas y horarios razonables, pero advierten de los desafíos logísticos y de la necesidad de cierta uniformidad entre casinos y circuitos.
En paralelo, el high roller Sam Greenwood dedicó una columna a desmenuzar el tema, recordando que el debate no es solo “a qué hora se empieza”, sino “a qué hora se termina” y cómo influyen las políticas de late registration en la duración real de cada jornada.
Los argumentos a favor de empezar más temprano
Quienes apoyan el cambio no se limitan a gustos personales: han planteado una serie de beneficios concretos.
1. Salud y calidad de decisión
Koon y otros pros insisten en que terminar a las 2 o 3 de la mañana afecta el rendimiento y la salud de jugadores y staff. Jornadas más cortas y diurnas reducirían la fatiga en las últimas horas, precisamente cuando se toman las decisiones más importantes del torneo.
2. Mejor experiencia para el jugador recreacional
Koon también subraya que obligar a los jugadores “con vida normal” a jugar hasta la madrugada es un desincentivo para el público mainstream. Un esquema de 10–11 a.m. a 8–9 p.m. permitiría a muchos amateurs trabajar al día siguiente o compartir la noche con su familia, sin renunciar a la experiencia de un gran torneo.
3. Beneficio para el staff y la operación
Croupiers, supervisores y equipos de torneo suelen ser los últimos en irse. Adelantar el inicio implicaría que también ellos terminen antes, con impacto directo en descanso, rotaciones y clima laboral. Aunque son argumentos de sentido común, también aparecen en la defensa pública que hace Koon de la propuesta.
4. Ejemplos positivos en el circuito
El reciente NAPT de PokerStars se citó como ejemplo de estructura con días más cortos y sin amanecidas, que fue bien recibida por muchos jugadores, aunque sigue siendo una excepción en el calendario global.
5. Conciliación familiar
La jugadora Hayley Hanna aportó una mirada distinta: para quienes son padres o madres, los cierres de jornada más allá de las 23:00 chocan con horarios de guarderías y cuidados infantiles. En su caso, explicó que solo podría jugar si las sesiones terminan antes de que cierre el daycare de su hijo.
La respuesta de los noctámbulos: identidad, logística y jet lag
Del otro lado de la mesa, la resistencia no es menor.
1. El póker como actividad nocturna
Voces como la de Albert Destrade o la profesional Amanda Baker recuerdan que “los jugadores de póker tienden a ser noctámbulos” y que gran parte del encanto del circuito en vivo está ligado a la vida nocturna: cenas tarde, cash games después del torneo, networking en el casino. Cambiar radicalmente los horarios podría alterar esa cultura que muchos consideran parte esencial del juego.
2. Jet lag y giras internacionales
En su columna, Sam Greenwood señala que los pros de élite casi nunca juegan en su propio huso horario: live stops en Europa, Asia o Las Vegas implican desfases constantes. Para ellos, fijar un “horario ideal” es arbitrario: su argumento central es que el verdadero problema no es la hora de inicio, sino cuánto se alargan las jornadas por estructuras profundas y registros tardíos eternos.
3. Riesgo de perder participación
El propio Jeremy Ausmus advierte que un horario demasiado temprano puede dejar fuera a un segmento de jugadores que trabaja por la mañana, llega de viaje el mismo día, o simplemente no está dispuesto a sentarse a las 10:00 a.m. en una mesa de torneo. De ahí su propuesta de 11:00 a.m. como compromiso.
4. Logística y falta de uniformidad
El multi–campeón David Peters apoya la idea de empezar y terminar antes, pero introduce un matiz clave: si cada casino y cada circuito fija su propio esquema —unos a las 10:00, otros a las 13:00, otros con late reg larguísimo— la vida del profesional itinerante se convierte en un rompecabezas. Para que funcione, dice, haría falta cierta estandarización global, algo difícil en una industria tan fragmentada.
El factor oculto: el late reg y la economía del torneo
En el fondo del debate sobre horarios aparece un tema que lleva años dividiendo a la comunidad: la inscripción tardía.
Estudios de teoría de torneos muestran que registrarse tarde puede ser rentable desde el punto de vista del ICM, porque entras con menos ciegas pero más cerca de los premios, ahorrando horas de juego con poca ganancia de fichas.
En su análisis, Sam Greenwood sostiene que si se quiere acortar las jornadas, no basta con adelantar el “shuffle up and deal”: hay que cerrar el late reg antes, para evitar que los fields sigan inflándose entrada tras entrada hasta bien entrada la noche. También recuerda que a los organizadores les conviene mantener el registro abierto muchas horas, porque eso aumenta el rake y el prize pool, aunque al mismo tiempo alarga los días y premia a quienes max–late–reggean frente a quienes “arrancan el juego” desde el nivel 1.
En otras palabras, el horario de inicio es solo una pieza del rompecabezas; la duración real de cada jornada depende tanto o más de cuánto se permite registrarse, del ritmo de los niveles y del tamaño de los stacks iniciales.
Más allá del reloj: ¿qué modelo conviene a la industria?
El debate sobre madrugar o no toca varias fibras sensibles:
- Identidad del juego: ¿Debe el póker en vivo acercarse a un horario “corporativo” y saludable, o preservar su ADN nocturno y hedonista?
- Negocio y espectáculo: Jornadas más cortas y horarios diurnos podrían facilitar la producción de contenido, streams en prime time y mejor planificación para sponsors, pero también podrían chocar con el consumo clásico de ocio nocturno en casinos.
- Inclusión de perfiles diversos: Profesionales de high stakes, grinders de circuito medio, jugadores recreacionales con trabajo de oficina, madres y padres, staff, medios… todos viven el reloj del torneo de forma distinta, y es improbable que exista un horario perfecto para todos.
¿Madrugar… o mantener la tradición?
La discusión sobre si los torneos deben empezar más temprano ya no es un simple capricho de unos cuantos jugadores cansados: es un tema que atraviesa salud, negocio, cultura y logística del póker moderno. Las propuestas van desde los audaces 9:00 a.m. de Martin Jacobson hasta el punto medio de Jeremy Ausmus, pasando por el “10 a.m. o nada” de Seth Davies y el “lo importante es a qué hora terminamos” de Sam Greenwood.
La pelota, sin embargo, está del lado de los circuitos y los casinos, que deberán leer la temperatura del ecosistema y decidir si se suman a la “madrugada EV+” o mantienen los horarios de siempre, apoyados en la costumbre y en la caja que genera el modelo actual.
La mesa está servida y el reloj corre, pero la mano aún no está resuelta:
¿es mejor que los torneos empiecen más temprano… o que sigan barajando a las horas de siempre?