Durante más de una década, el nombre de Phil Ivey fue sinónimo de dominio absoluto en el mundo del poker. Considerado por muchos como el «Tiger Woods del poker», Ivey acumuló títulos, respeto y miedo en cada mesa que pisó. Luego vino el silencio: una combinación de disputas legales, problemas financieros y ausencia prolongada lo alejaron de los focos. Pero en los últimos años, Ivey ha vuelto. Más centrado, más sobrio, y con un aura aún más peligrosa.
De prodigio a paria
Phil Ivey irrumpió en la escena profesional a finales de los 90, y para los años 2000 ya era un gigante. Ganó 11 brazaletes de la WSOP, jugó en los límites más altos del mundo, y dominó tanto en vivo como en línea. Sin embargo, su ascenso vino acompañado de una polémica que marcaría su carrera: el caso de “edge sorting”.
En 2012 y 2014, Ivey fue demandado por los casinos Borgata y Crockfords por ganar millones usando una técnica de ventaja en el baccarat. Ivey siempre sostuvo que era habilidad, no trampa. Pero las cortes fallaron en su contra, y el golpe fue duro, tanto a nivel económico como reputacional.
Regreso con calma y enfoque
Luego de años fuera de los torneos grandes, su reaparición fue silenciosa pero efectiva. Apareció en eventos selectos como el Triton Poker Series, torneos high roller en Asia y Europa, y en streamings de partidas privadas. Pero lo que más llamó la atención no fue su juego—que sigue siendo impecable—sino su actitud.
«Estoy en un lugar diferente ahora», dijo Ivey en una entrevista durante el Triton Montenegro 2023. “Juego porque me gusta, no por necesidad. He cambiado mi estilo de vida. Practico meditación, leo, viajo menos. No tengo que probarle nada a nadie.”
La leyenda continúa
En 2023 y 2024, Ivey ha vuelto a las mesas con resultados sólidos: varias mesas finales en torneos high stakes, victorias en eventos privados, y una presencia notable en contenidos de poker transmitidos globalmente.
Sus seguidores celebran su regreso no solo por nostalgia, sino porque su estilo—una mezcla letal de lectura, paciencia y agresión—sigue siendo escuela para nuevas generaciones.
Mientras el poker moderno se vuelve más técnico y dominado por software, Ivey representa el arte puro del instinto en la mesa. Y aunque él mismo rehúsa hablar de legado, sus acciones lo mantienen vivo en el podio de los grandes.
A sus 48 años, Phil Ivey no necesita demostrar nada. Pero cada vez que se sienta en una mesa, todos lo miran. Y eso, en el poker, lo dice todo.
«Hay jugadores buenos. Hay jugadores grandes. Y luego está Ivey.» – Doyle Brunson (1933–2023)